miércoles, 1 de abril de 2015

Presentación oficial de Los labios quemados


José Manuel Vivas y Miguel Ángel Navarro 

Cuantas veces  nos hemos preguntado ¿Qué es la poesía? Es una pregunta eterna, con miles de respuestas, y una de ellas es la que he ideado hoy para esta presentación.  Para ello me voy a apoyar en otra pregunta  ¿Qué es la palabra? Y lo vamos a hacer mediante un ejemplo. Una de las palabras nombrada de forma más coincidente en las  diversas lenguas indoeuropeas: griego, latín, lenguas germánicas y románicas, es la palabra rosa, ross, rosae, y a pesar de coincidir millones y millones de personas a lo largo de la historia  en cómo nombrar el fenómeno  de esta flor, la palabra no tiene nada que ver con la realidad a la que representa, ni tiene forma de rosa, ni huele como una rosa, ni tiene su color, ni su diseño genético, ni su función, porque las palabras son representaciones simbólicas, abstractas. 
Y aquí viene lo bueno, nuestra especie es sorprendente, única, es capaz de convertir palabras en imágenes y relacionarlas, y es más, lo hacemos continuamente. Jugamos continuamente con las palabras, aparte de homo sapiens somos homo ludens (hombre que juega), aprendemos y desplegamos nuestro ser con el lenguaje. Y aquí está la magia, las palabras tienen vida, nos superan como realidad, al denominar algo estamos dominándolo, las palabras tienen poder, porque significan un abanico enorme de connotaciones en función de miles de variables: estado de ánimo, sensaciones, vivencias, edad, sexo, presión atmosférica, estrés, compañía, y nuestra capacidad de relacionar no tiene límites.
Nuestra definición de poesía, una de tantas, no la única, es una lucha de poder y convivencia con las palabras. Somos nosotros los que las colocamos en situaciones de extrañeza para exprimir otras connotaciones junto a palabras inusuales. Las flexionamos, contorsionamos hasta conseguir magia. Pero se resisten, son perezosas, se aferran a su significado cotidiano y directo, y en esa lucha podemos triunfar o perder. El placer de crear escribiendo está en someter a las palabras para que creen emoción, esa emoción que nos satisface y nos enriquece como ser humano, como raza, como especie que evoluciona y se desarrolla. Ahora mismo seguro que se están creando palabras en el mundo, en español, en inglés, en portugués o en chino, y seguro que se crean cientos de palabras nuevas todos los  días. Es tremendo, nuestra especie es especialista en crear símbolos mediante comparaciones, metáforas y abstracciones, que cualquier otra persona puede descifrar y transformar en imagenes,  que terminan en sensaciones y forman parte de nuestra memoria y de nuestra vida.
Por todo esto, el poeta no es sólo poeta cuando escribe, sino cuando lo leen, y ven imágenes y tienen sensaciones muy distintas a las del escritor. Las palabras crean sensaciones distintas y parecidas en cada mente, las palabras son magia, es magia sin trucos, es la magia del ser humano. 
En el caso que nos trae aquí, José  Manuel se ha atrevido a hacer pública su creación, sobre todo en los últimos dos años, y ha tenido éxito, premios, apuestas de editoriales por sus creaciones, presentaciones en Madrid y próximamente en la feria del libro de Badajoz. José Manuel mantiene una coherencia en su obra, un ritmo, un vocabulario y una actitud filosófica frente a la vida, nos plantea una y otra vez con su poesía el otro lado de las cosas, con unos libros de una estructura trabajada, con un sentido de unidad. Su temática bucea a menudo buscando aquello  que llene nuestros vacíos cotidianos.
Los labios quemados me sorprendieron porque sabía que me encontraría con una temática completamente distinta en su trayectoria, el erotismo explicito, pero lo que no sabía es que su lectura me iba a llevar a las mismas reflexiones poéticas de sus otros libros, a  esa búsqueda de aquello a  lo que agarrarse para no sentir vértigo. Hay tiempos mezclados, hay recuerdos que consiguen ser más intensos que la realidad en su presente, y el final abraza a este poemario dándole sentido poético y coherencia.
Desde aquí le doy la enhorabuena a mi amigo y escritor José Manuel por esta obra, y os dejo en sus manos. Espero haberos puesto con mi presentación en la situación que se merece su obra.

Miguel Ángel Navarro


La abarrotada Sala Mapfre de Badajoz vivió los apasionados versos de José Manuel