lunes, 22 de junio de 2015

Acto de presentación de Farolas


Rafael González, Arturo Rodríguez-Segade y Johao Lozano.

Un secreto a voces clama en la ciudad. Las aceras se hayan infestadas de azarosas farolas. Tienen vida propia.
Ya se han cansado de ocultar su destino. La farola es la cárcel de la luz. Una función social, su modo de redimir una condena, quién sabe si justa o no. No hay resquicio que pueda salvarse.
La noche ha perdido su poder insaciable. Dónde descansa el silencio convertido en la más pura oscuridad. Las farolas (las luces) lo inundan todo.
Los versos cobijan aleatorias farolas que prenden luz, recuerdo y sentido, a tantas y tantas farolas que suplican una segunda oportunidad. La farola significa devolverle el favor al mundo que dañaron. Pagar el peaje de su castigo primero. Ya no hay tregua.
A lo largo del poemario, las farolas asoman suplicando clemencia. Iluminando los versos, tal vez afortunados, tal vez caóticos, perdidos a vuelapluma en un papel que no tiene otro sino que aceptar que ésas y no otras, son sus líneas. Tendrá que defenderse a capa y espada, reivindicar su farola, echarla de menos en caso de que no aparezca citada. Imaginarla y afirmar ciegamente: mi verso también tiene su farola.
Me gustaría poder afirmar que existe un orden coherente, un impulso medido en segmentos y títulos diferenciados. "farolas" es un poema grande o cuarenta pequeños. Me gustaría poder decir que todas las farolas aquí presentes, iluminan un claro y contundente verso, unas palabras necesarias, un hecho que no pudo ser de otra manera. No me gustaría tener que reconocer que las farolas no son más que una escusa irremediable. 
 Johao Lozano (apócrifo)