jueves, 15 de diciembre de 2016

Reseña de Pasajes escritos

Reseña en Minuto cero (14/12/2016)

Sobre los lúcidos ensayos de José María Piñeiro en “Pasajes escritos”

Cada uno de estos pequeños ensayos es una ventana que se abre y nos invita a una estancia que podremos habitar con el más plácido de nuestros esfuerzos

José María Piñeiro ha dado un paso que celebramos los que seguimos y admiramos su blog Empireuma :: micropoësie. Ha seleccionado una pequeña parte de las entradas que ha ido añadiendo durante los últimos años y nos las ha ofrecido en forma de un libro Pasajes escritos, editado por Celesta–, por lo que ahora tenemos la ocasión de disfrutar de esos textos, de calidad y enjundia tan inusuales, con el recogimiento mayor que ofrece este formato.
Piñeiro es un apasionado de los libros, un degustador de páginas inopinadas, un buscador sin prejuicios: “Disfruto tanto de los textos que elijo leer, que las teorías que los juzgan me suelen parecer casi siempre juicios sumarísimos con respecto a ese prisma de sugerencias y mundos que percibo.” Es alguien que está alerta y que gusta de explorar las zonas menos iluminadas de la cultura y tantear las promesas de singularidad, las obras genuinas, apartadas del ruido que alberga el acaparador tránsito de lo aceptado, la suma de confluyentes reconocimientos e inercias. Gusta de los textos complejos, de los ensayos más teorizantes,  de los estudios más profundos, pero también de aquellos sencillos, cuando estos se ciñen expresivamente a una vida, como la autobiografía de Bertrand Rusell: “Un excelente ejemplo de cómo a través de una escritura sencilla se pueden reflejar con intensidad los episodios más interesantes de una vida.”. Y es que ama los escritos aparentemente accesorios: los diarios, la literatura fragmentaria, las crónicas, el insólito ensayo del novelista. Escribe, no sobre las obras consideradas mayores de cada autor, sino sobre sus trazos más espontáneos y personales. Porque, en estos artículos, hay una fascinación por saber cómo, cada escritor, desde su única ubicación en el mundo, interpreta la vida, la descubre: “Todo libro es un tramo de vivencias, de aventuras, el relato de algo.”
Pero José María Piñeiro no siempre se encierra en su gabinete. A veces, coge el tren o el autobús, abierto a atisbar los signos que la realidad le presente. Y los capta con su cámara fotográfica o los transcribe en sus creaciones literarias. La exterioridad debe ser conectada, asumida, integrada, en un universo mental que requiere una pequeña renovación continua, un alimento que no tan solo venga del arte más nutricional, sino también de los pequeños detalles que van formando una red a través de las percibidas afinidades.
Aunque, muchas veces, no es necesario salir a la calle para acceder a lo más revelador del mundo. Piñeiro se queda en casa, junto al querido y prometedor objeto del libro, inmerso en sus exploraciones: “Cierto es que el estudio y la reflexión también pueden suponer un arduo viaje”, pues: “El viaje es una vivencia sensorial que irriga mente y cuerpo. El pensamiento, un viaje extático.”   Nos habla de los “altos placeres de gabinete”, de la seducción de “la aventura cognoscitiva.”
La cita de Wittgenstein: “Se debe siempre estar  preparado para aprender algo totalmente nuevo”, la hace suya. Está fascinado por el pensamiento, por su concepción en la palabra. El pensar es una fructífera variante de la vida inmediata, supone habitar la relativa seguridad de los adentros, concitar el fruto de los hombres que han escrito, que han pensado, para inoportuno.
En sus aproximaciones a los libros, hay intelectualismo (en alguna ocasión, el divagar por conceptos demasiado alejados de la raíz – visible – del hombre), pero también emotividad. Así lo expresa en uno de los textos más entusiastas, el dedicado a Ramón Sijé: “Cada vez que me he acercado a Sijé he experimentado siempre la misma sensación: un gran entusiasmo velado por la melancolía.” Piñeiro goza de esos descubrimientos, de la apasionada lectura que no está respaldada por un veredicto unánime, sino que contradice tantos juicios o indiferencias que displicentemente se instalan en el panorama cultural. Él sabe encontrar: “En Sijé asistimos, efectivamente, a un jubiloso dominio de la escritura.” Hablando de Sijé, refiere lo que el propio autor oriolano consideraba “pasión crítica”, y añade: “Dos términos que pueden parecer contradictorios, salvo si el talante llega a tal admiración del producto cultural que la pasión no es un obstáculo para que la crítica se ejerza.” El indudable poeta que hay en el autor se emociona al leerlo, al disfrutar de: “Una prosa azuzada en su corazón por lo poético.”
Muchas de las reseñas que hay en la segunda parte del libro, la titulada Pretextos, están dedicadas a los diarios que va leyendo, que no suelen ser los más conocidos, sino algunos con los que felizmente ha dado en alguna de sus expectantes incursiones por las librerías. “El diario me acerca a esa literalidad de la realidad que la ficción metarfosea.”, nos dice. “Todo puede ser registrado, expresado por la escritura porque todo es literaturizable.”
Cada uno de estos pequeños ensayos es una ventana que se abre y nos invita a una estancia que podremos habitar con el más plácido de nuestros esfuerzos. Nos dan la impresión de no haber dejado ningún cabo suelto, de haber conseguido una bella confluencia de la palabra con la idea. Piñeiro consigue ir más allá de la percepción primera, de la adhesión emocional, e indaga en los mecanismos ocultos que erigen las superficies del arte. Describe lo teórico, su elegante fulgor. Lo suyo, lo que persigue, es el descubrimiento. La seducción de la exquisitez cultural, de la personalidad única, de la mirada incontaminada por las redundancias. Escribe con claridad y ahonda con sutileza su pensamiento muchas veces complejo. Su prosa no puede ser para muchos, sus focalizaciones son las propias de quien lleva una vida interior desusada entre los ciudadanos que lo envuelven, de quien está familiarizado con un género ensayístico que tanto placer intelectual alberga.
Dice el autor que disfruta leyendo a Ortega, a Foucault, a Barthes o Paz: “Por la suntuosidad y nitidez con que fluyen sus exposiciones conceptuales.” Autores a los que se les ha reprochado el exhibicionismo de su escritura y a los que él defiende: “La exigencia de una escritura sencilla y clara es tan retórica como la contraria”. En esta colección de ensayos y artículos encontramos aunadas y satisfechas las dos exigencias: por una parte, la conceptual, de una forma literaria brillante. No busca lo abstruso pero no renuncia a sus aledaños necesarios. Son textos que alcanzan el máximo de amenidad posible con una prosa vigorosa, segura sí misma, armónicamente desencadenante.
¿Están algunos temas alejados de lo que verdaderamente importa en el mundo, son un lujo? Lo que busca Piñeiro es la realidad alcanzable, la visión elaborada, siempre impregnada del propio ser. Pasajes escritos impresiona por su fuerza ensayística, por una prosa rica, que no se arredra ante la palabra no oficialmente aceptada. Su impronta entusiasta nos señala nuevos puntos rutilantes en la proyección de nuestras necesidades artísticas. Estos escritos, así reunidos, nos muestran mejor sus virtudes, que no son inferiores a las de cualquier ensayista que pueda ocupar la cúspide de los elegidos. Ya estoy esperando el nuevo libro prometido: otra selección de textos de su blog, otro caudal de lúcida literatura.
                                                                                                                                          Javier Puig

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Acto de presentación de Pasajes escritos

 
José María Piñeiro y Manuel García

El pasado uno de diciembre se presentó en la librería Códex de Orihuela el nuevo libro de José María Piñeiro, Pasajes escritos, que ha visto a la luz gracias a la madrileña editorial Celesta y reúne una selección corregida y actualizada de textos breves aparecidos en el blog Micropoesía Empireuma. La librería se llenó con la presencia de escritores, artistas y familiares del autor. El poeta, escritor y crítico literario Manuel García Pérez inició el acto de presentación con una introducción sobria y certera. A continuación le  hizo una serie de preguntas a José María Piñeiro acerca de su nuevo libro en particular y de su obra creativa en general.
Manuel García calificó Pasajes escritos de libro fronterizo, “ya que, es difícil de catalogar, pues los textos de la primera parte recogidos bajo el epígrafe “Especulaciones”, tocan temas a medio camino entre la narración, el poema en prosa y el artículo, mientras que los de la segunda parte, titulada “Pretextos” son en rigor reseñas de libros y ensayos que podríamos calificar de heterodoxos por el pensamiento libre y el sentido poético que fluye en ellos”.
José María Piñeiro se expresó con serenidad y desparpajo poético. Nombró algunos referentes  de su obra literaria como Borges, Lezama Lima, Mallarmé y Barthes. Asimismo habló de la compatibilidad y convivencia de la fotografía y la escritura en su obra, y reivindicó para la poesía el acto de mirar, la necesidad de estar alerta y a la escucha. Para José María, fotografía y escritura forman un vínculo indisoluble y ambas se sustentan en la acción poética, en la visión epifánica, en la capacidad de asombro. Durante el coloquio con el público, también salió a relucir la importancia de la experiencia de José María como miembro fundador de la revista Empireuma y lo que supuso para su obra ser uno de los pilares de la misma. Entre pregunta y pregunta hubo una emotiva lectura de fragmentos del libro a cargo Gema y Miriam, sobrinas del autor. En suma, los asistentes gozamos de un acto ameno, entrañable y enriquecedor.
José Luis Zerón 

viernes, 28 de octubre de 2016

Publicación de Pasajes escritos de José María Piñeiro


José María Piñeiro Gutiérrez, nació en Orihuela (Alicante) en 1963. Ha realizado cursos de Filosofía e Historia del Arte a través de la UNED. Colabora desde hace años en prensa, revistas e instituciones. Fue uno de los miembros fundadores de la revista literaria Empireuma (1985-2007). 
Ha publicado plaquettes de poesía El légamo de las estrellas (1998) y de aforismos  Hilas de papiro (2000), y los libros de poesía Margen harmónico (2010) y Profano demiurgo (2013). En 2015 salió a la luz otro libro de aforismos, Ars fragminis. Ha sido incluido en antologías como Ciclos de prosa y poesía temáticas Alicante/Murcia (2005). Editamos ahora su nuevo libro, de ensayos y artículos, Pasajes escritos. Mantiene en internet el blog empireuma.blogspot.com.  

lunes, 29 de agosto de 2016

Reseña de Cruzar el cielo

Reseña en Frutos del Tiempo

(2 de agosto de 2016)

CUANDO CRUCÉ EL CIELO CON ADA SORIANO, por Fernando Pastor Pons


En ocasiones, se tiene la suerte de conocer personalmente a poetas cuya sensibilidad nos toca en nuestro más profundo interior; poetas que unen, a una obra ya sobradamente asentada y reconocida entre la crítica, una forma tan hermosa de ser, que hace palidecer a esos otros tan pagados de sí mismos y de su propia egolatría y vanidad que muestran una disidencia absoluta con su obra y de los que, lo mejor que puede uno hacer, es olvidar a la persona y centrarse en lo escrito porque, la persona, apesta por sus bajos valores personales.
Pero, como digo, hay esas maravillosas excepciones y, sin dudarlo, la poeta Ada Soriano (Orihuela, 1963), que fue Premio Nacional de Poesía “Montesinos 2000”, codirectora de la revista de creación “Empireuma” y autora de poemarios como ‘Anúteba’ (Ed. Autor, Orihuela 1987); ‘Luna esplendente o sol que no se oculta’ (Ed. Empireuma, Orihuela 1993); ‘Como abrir una puerta que da al mar’ (BB.PP. Fernando de Loazes, Generalitat Valenciana, Orihuela 2000); ‘Poemas de amor’ (Fundación Cultural Miguel Hernández, Orihuela 2010); ‘Principio y fin de la soledad’ (Cátedra Arzobispo de Loazes, UA, 2011) une al hecho de ser una excelente poeta la feliz coincidencia de una personalidad y carácter acorde con su poesía.
Es por ello que, al llegar a mis manos su último poemario ‘Cruzar el Cielo’ (Ed. Celesta 2016 – ISBN 9788494391033) me he regodeado en el poemario. Como el oso glotón con un panal, así he disfrutado ‘Cruzar el Cielo’. No sólo lo he leído repetidas veces sino que, además, gracias a una grabación que me enviaron de Ada recitando varios de los poemas en la presentación que hicieron de su libro en Orihuela, he podido releer aquellos textos a la par que escuchaba el recitativo lo que me ha permitido entrar un poco más en los recovecos de la autora y captar sus inflexiones, sus silencios, su respirar con cada palabra. Como digo, miel a mis labios adustos. Así que compartiré contigo, que has dado en tener el detalle de leer estas mis insípidas palabras, mi experiencia, mi sentimiento del poemario; no un análisis sesudo e intelectual que dejo a los críticos sino la visceral, la sanguínea que refleja lo que he sentido como lector y poeta; así que perdona de antemano la extensión, porque comentaré muchos poemas y, de los que no comento, no es porque no me atraigan sino porque reiteraría lo ya dicho en otros y por contenerme un poco (eso sí, poquito…)
No se cómo lo ven los críticos u otros poetas pero, para mí, el primer poema del libro me parece que debe ser como el primer párrafo de un relato, debe ser la trampa, el anzuelo, que enganche al lector. En ‘Luna de Invierno’ cuando arranca Ada con:

“Aquella vez estabas tan cerca que pude sentir
tu aliento gélido y contemplar la mirada irónica
de tus cicatrices”

inicia con tan buen oficio el poemario que uno se relame con epicúreo placer; y luego:

“Quedaste atrapada entre los brazos de un árbol
y lo nombraste rey ante los desolados cañaverales
Así, encajada, parecías distinta.”

Esa figura, esa imagen poética y fotográfica, de la luna brillando entre las desnudas ramas del árbol, es bellísima y me conmueve; y el “encajada” que tan bien refleja y fortalece la figura del primer verso completa un inicio exquisito que se completa con esa referencia a la mítica Avalón celta que nos traslada a tiempos y lugares indefinidos, oníricos, épicos y dice: “querrían para ellos el aroma / de tu cuerpo afrutado”, lo que me devuelve a otra imagen bellísima del amor cortesano y a la ligereza de un verso lleno de sensualismo y erótica (¡eso también!) Un poema bellísimo.
No menos bello me parece ‘Rocío del Mar’ con esos paralelismos entre el mar, las olas y la espuma y el amor “vertiendo en su extensión rocío” que menciona en I; o cuando en II hace ese paralelismo tan hermoso y sensual con la espuma, las algas, el caballito de mar y, finalmente, ese alumbramiento del sol, hermoso retoño de un amor prohibido; en III me parece muy bella la imagen de la mariposa sosteniéndose en su agitada fragilidad; y en IV, por fin, esa ceremonia, esa procesión de los animales, a modo de corolario, podría confundirte y parecer el final de ‘Rocío del Mar’ error que no ayuda a evitar el que V y VI estén en la contra página pero, entonces te encuentras con:

“Hay un momento en que la luz comienza
a desvestirse, al igual que la llama no sobrevive a la vela”

que me vuelve a extasiar y lo leo y lo releo y lo subrayo con el lápiz y lo vuelvo a leer y pienso “¡qué imagen más bella!” y acabo “en la melancolía que destilan los ojos de la luna” y mi corazón se llena de esa melancolía que tantas veces he vivido como vive la casa que menciona la poeta; y ¡qué decirte de VI! con:

“…esa nube que se arrastra con cautela imitando el paso de la /culebra,
y se acerca a la luna y la rodea con su forma de cinta.
En su aparente quietud acaricia el cuerpo desnudo…”

donde se crea una tensión lírica tan penetrante, es una imagen tan expresiva y tan bella que resulta ¡de nuevo! sensual e intensa y me hace percibir mi epidermis y expande un sentimiento de placer y gozo en mi pecho. Ya sé que suena exagerado, pero es lo que hay; es lo que siento con su lectura cada vez que lo retomo.

lunes, 27 de junio de 2016

Publicación de Olaf el Blanco de Manuel A. Martínez


Manuel A. Martínez nació en Oviedo en 1983. Abandonó los estudios de biología marina para dedicarse profesionalmente al diseño gráfico, especializándose en cartas náuticas.
Publicó en formato digital un poemario en la plataforma Bubok, y llevó a cabo una asidua labor de crítica literaria en el blog La torre de David, activo hasta 2010. Los relatos incluidos en Olaf el blanco (2016) constituyen su primera publicación en formato de papel.

lunes, 13 de junio de 2016

Reseña de Las voces que me dicen

Reseña en Mundiario
(24 de mayo de 2016)

En Las voces que me dicen, Paco Moral nos ofrece una nueva visión de Pessoa
La editorial madrileña Celesta acaba de publicar una edición bilingüe de poemas del portugués Pessoa y de tres de sus heterónimos: Ricardo Reis, Alberto Caeiro y Álvaro de Campos.


Ada Soriano
Ada Soriano
Poeta y escritora. Nacida en Orihuela en 1963. Codirectora de la revista de creación literaria Empireuma y colaboradora de la revista socio-cultural La Lucerna. Autora de dos plaquetas y cinco libros. El último, Cruzar el cielo, ha sido editado recientemente por la editorial Celesta. Colabora en MUNDIARIO




Además de los recientes libros que han aparecido este año sobre la obra de Fernando Pessoa, como Cuentos (Páginas de Espuma), La educación del estoico, (Isla de Siltolá), Poemas completos de Alberto Caeiro (Baile del Sol), Odas de Ricardo Reis (Visor), Ficciones del interludio (Alianza), y Libro del desasosiego (Alianza) habría que añadir el publicado recientemente en la editorial Celesta al cuidado de Rafaél González Serrano, que lleva por título Las voces que me dicen. Se trata de una antología en edición bilingüe sobre el desconcertante poeta Fernando Pessoa.
La selección y traducción de los poemas -con muy buen criterio- corren a cargo del escritor Paco Moral, además de una amena y precisa nota que invita a indagar en la sugerente poesía de este autor portugués. Se trata de una antología absolutamente personal y subjetiva, nos dice P. Moral. Afirma asimismo que la intención no es otra que la de rendir un homenaje (…) a uno de los autores más importantes (…) de la literatura y de la poesía universal de todos los tiempos, y que alguien que no conozca aún a Pessoa pueda acercarse a él y a la complejidad de su mundo poético.
En este libro se da a conocer una parte importante de la obra poética de Pessoa desde diferentes perspectivas debido al hecho de haber recurrido al uso de los heterónimos, al inevitable afán del desdoblamiento. Nos encontramos, por tanto, ante un escritor verdaderamente raro, a una abeja laboriosa que acepta sin más los diferentes matices de las flores. El resultado es la codiciada miel, la composición del poema procedente de una amalgama de aromas. Pessoa se bautiza con frecuencia. Si se siente la necesidad, ¿por qué no reinventarse?
El autor de esta antología nos presenta al poeta acompañado con tres de sus heterónimos. “Queriendo, amo el infinito. Haciendo, nada es verdad”, nos dice Pessoa en su poema Todo lo que hago o medito. Aparece, entre otros, su imprescindible poema Autopsicografía con estos versos conocidos y, en ocasiones, malinterpretados, con respecto a la honestidad de los poetas: “El poeta es un fingidor. / Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el cierto dolor que siente”. Después llega Ricardo Reis, realista, reflexivo y armonioso; asombrosamente conformista y feliz, de quien me quedo con estos versos de su poema titulado Las rosas: “La luz para ellas es eterna, porque/ nacen nacido el sol, y acaban/ antes que Apolo deje/ su trayecto visible”. Le sigue Alberto Caeiro con un discurso narrativo y contemplativo, que nos muestra un lenguaje estético y sencillo, y en su poema, que lleva por título La espantosa realidad de las cosas, sorprende al lector con versos tan contundentes como este: “Basta existir para ser completo”. Finalmente nos encontramos con Álvaro de Campos, quien con su pensamiento de sentirse siempre extranjero, se nos presenta con un lenguaje más elaborado donde asoma el escepticismo: “No tengo ideales/ pero nadie tiene”. En su poema Estanco, acertada elección para cerrar el libro, irremediablemente, nos seduce: “(¡Come chocolatinas, pequeña; / come chocolatinas!/ Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de las chocolatinas. / Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería”.
Pessoa es un puzle que une y desune sus piezas para consolidar una sola voz con sus célebres contradicciones: la inconfundible voz del enigmático Pessoa. Léase en El libro del desasosiego: “Tristeza de serlo todo, una sensación de ser yo y a la vez algo externo”.
Me ha gratificado volver a leer a este poeta, en este caso, a través de Las voces que me dicen, poemas que transmiten buenas vibraciones, con muy buen criterio de Paco Moral y muy bien editado por Rafael González, quien apuesta por lo fundamental: el rigor, el misterio y la honradez de la poesía.

martes, 31 de mayo de 2016

Reseña de Cruzar el cielo

Reseña en Frutos del tiempo
(16 de mayo de 2016)

EL CIELO DE ADA SORIANO, por Elías Cortés

Hace algún tiempo leí un poema inédito de Ada Soriano titulado “La espada del Arcángel”, que me envió José Luis Zerón y al que, todavía masticando el desconcertante sabor acerado de los versos y con mi alma de inocente dragón a la defensiva, le comenté lo siguiente: “Ada tose una soledad de palabras que refulgen como espadas de arcángeles mientras hieren nuestro asombro”. Dichas sean estas intimidades con perdón de la mesa.
Hoy, tras beberme el libro “Cruzar el cielo” –donde aparece en toda su gloria el inquietante poema arriba aludido-, sigo pensando que las incisorias palabras de Ada, las tantas veces perturbadores versos de Ada nos abren el pecho en canal, en tanto cauterizan oscuros rincones del alma para hacer sitio a preguntas insomnes, sólo aliviadas por una desesperada certidumbre de que tienes ante ti lo bello:
Cruzar el cielo“Oh, San Miguel, Arcángel de las cohortes celestiales,
Siempre con la espada desenvainada,
Dispuesta para el duro combate.
Querías la gloria a cambio de eliminar a Satanás,
El deslenguado, el lascivo, el lujurioso.
Dicen que lo derrotaste, que lo arrojaste a la tierra.
¿Somos acaso sus descendientes?”
Aunque suene a pedantería muy lejos de mi ánimo, me apetece manifestar, mejorando lo presente, que si esto no trasciende el famoso diálogo platoniano del “Hipias Mayor” entre el sofista Hipias y el gran Sócrates acerca de la belleza (no resuelto acertadamente por ninguno de los dos, creo), que venga San Miguel y lo vea. Pero sin espada.
Lo cierto es que estas páginas que acabo de leer, estos poemas que he podido ver, tocar, oler, oír y saborear en toda su intensidad y calidez no sólo han despertado las mariposas que llevo dentro, sino que también me han dejado un amargo regusto de felicidad contenida ante la certeza de las dudas que plantea la autora: Esa aparente fragilidad que intenta encubrir a una mujer de armas tomar. Y no me refiero a nada bélico, sino a esas palabras suyas que acometen el espíritu de uno con el sabor a manzanas melancólicas y a rocío de mar de sus lunas irrepetibles; que nos movilizan ante la soledad, las ocasiones perdidas, las fobias sensualmente sublimadas:
“Nada que temer.
Pasará el vendaval por encima de nosotros,
Y el cielo, desinfectado y preparado,
Abrirá su vagina azul sobre el horizonte.
Expulsará la primera luz y mostrará su parto cósmico”.
A esto hay que añadir que siempre nos quedará el sol y esa canónica concupiscencia que nos acercan a la tierra, a los miedos refrenados por la eterna esperanza: Ese viaje al colosal cemento de Benidorm, a la geometría quebrantada por la leyenda sobre el caballero que ofrece, dando un tajo al pico de la montaña, un cacho más del astro rey para que arrope la agonía de la amada, y que concluye en una roca herida de espuma y azul:
“La roca, en la singularidad de su forma,
Alzó sobre el horizonte un ángulo.
División de azules”.
En la llamémosle metaempatía que, como tantos otros intento cultivar, junto a mi interés por identificarme con la autora, no puedo evitar dejarme arrastrar hacia las estrofas, introducirme en los versos de sus poemas y, aparte de lo ya dicho, me fijo en el tiempo, en las horas que pasan, en la vida que transcurre tras ellos a pesar de todo:
La suerte estaba echada.
El tiempo es un ogro que peca de gula”.
Porque si para algunos el tiempo es oro, para los poetas es una lenta tortura que conduce desde la profundidad insufrible del folio en blanco, hasta la laxitud pecaminosa y triunfal de haber concluido victoriosamente la búsqueda de sueños fantasmagóricos, pero cotidianamente pertinaces y tentadores: Ese amor a las cumbres, al verano, al mar, al hombre, a tantos poetas, especialmente a los suicidas con Sylvia Plath a la cabeza… A esto Ada Soriano, mientras nos invita “a respirar el sol de la tarde”, nos desplaza hasta los juncos y cañaverales perdidos, pero que están siempre ahí para trasladarnos al comienzo del mundo; a la “triste historia de un payaso y su chica de alto rango”, a “los tangos y boleros que disuelven el frío/ de las crudas noches de invierno” y a la Casablanca de “tócala otra vez, Sam”. Perdón, quiero decir a ese maravilloso final de “Vuelta”:
“Vuelve a cantar la de El Bardo, Papá,
La de El Bardo”.
Entremedias, la insistente memoria cuajada de humanidad filial, de ternura, de susurros:
Yo era Blancanieves sin madrastra (…)
Y mi padre era el héroe. Mi padre era una torre
De enanos superpuestos, un hombre alto”.
¡Ay!, ese anhelo de padre y de infancia. ¡Ay!, el regreso. Siempre el regreso –eternamente Íthaca- al tiempo de mecedora y canciones a través del camino de las palabras calientes, de la íntima y firme impresión de la autora de ser sólo ella dueña de sus cataclismos cuando, en una relación mágica, el que más y el que menos también los hace suyos, y de la misma manera naufraga sin remedio en sus sueños.
Finalmente necesito decir que esta mujer ya me hirió de muerte con sus obras “Poemas” de amor” y “Principio y fin de la soledad”, pero tengo que resistir; quiero seguir visitando esas lunas suyas tan ardientes, y bañarme en sus mares y en sus lluvias, pues, al leer este libro observamos que Ada nos agita ocasionalmente en la ambivalencia de enfrentarnos a un amor intenso hacia la vida, por una parte; y por otra, con un mínimo equipaje, a la muerte adelantada: “un cepillo de dientes sin usar/ ropa bien doblada y ordenada”. Sin embargo yo me inclino con rapidez por negarme a cruzar el incógnito cielo de Sylvía Plath. Que espere Sivvy tranquila en sus galaxias de esplendor y angustia ya reparada. Prefiero el cielo de Ada Soriano y sentarme al acecho de los próximos libros con que ella me endulzará ácidamente el alma. Al mismo tiempo aguardaré resignadamente, confiando que se retrase mucho, a que llegue el cartero “con su irremediable sorpresa”.
Cruzar el cielo. Editorial Celesta, Madrid, 2016
Elías Cortés

lunes, 23 de mayo de 2016

Entrevista a Ada Soriano

(miércoles, 11 de mayo de 2016)

Ada Soriano  (Orihuela, 1963)

Dedicada desde temprano a la actividad cultural, fue codirectora de la revista de creación literaria Empireuma y colaboradora de la revista socio-cultural La Lucerna. Ha publicado las plaquetas Anúteba (1987) y Alimentando lluvias (2000), así como los libros de poemas Luna esplendente o sol que no se oculta (1993), Como abrir una puerta que da al mar (2000), Poemas de amor (2011), Principio y fin de la soledad. Ha sido incluida en varias antologías y traducida al inglés y al rumano.
Recientemente se ha presentado su poemario Cruzar el cielo, publicado por la editorial madrileña Celesta.
¿De qué le salva la poesía?
Mire, la poesía me mata pero me salva. Y es por eso mismo que al salvarme, me mata. Es un callejón sin salida. Me asiste y me somete. Lo mismo se comporta como una buena amiga que como una hija de puta. Concluyo en que ser poeta es un infortunio.
¿Un verso para repetirse siempre?
No es un verso, pero me parece muy acertado.
“… es aterrorizador pensar que hay tantas cosas que se hacen y se deshacen con palabras…” Es de Rainer Maria Rilke.
¿Qué libro debe estar en todas las bibliotecas?
A pesar de las interpretaciones desde una óptica religiosa, que no comparto, sin duda alguna, la Biblia. Todo lo contiene. De hecho, es el Libro.
Amor, muerte, tiempo, vida…,  ¿cuál es el gran tema?
Todo lo que nombra es el tema.
¿Qué verso de otro querría haber escrito?
Tantos versos me han cautivado que me resultaría difícil elegir uno. Me resigno a quedarme con los míos.
¿Escribir, leer o vivir?
Vivir, evidentemente. Cuando muera…
¿Dónde están las musas?
Musas, inspiración… Soy más feliz cuando no llegan que cuando se presentan, ya que me siento más libre, a pesar de que no pueda escabullirme del todo. Es que tienen la desfachatez de plantarse delante de mí sin cita previa.
¿Qué no puede ser poesía?
Lo que no es poesía, aunque algunos se empeñen en demostrar que todo vale.
¿Cuál es el último poemario que ha leído?
La senda honda, de José Manuel Ramón y el poemario inédito –ya a punto de salir a la luz- De exilios y moradas,  de José Luis Zerón. No suelo atenerme a un solo libro. Quiero decir, que tengo la manía de llevar varios en danza. Actualmente he incluido en mis lecturas nocturnas una novela de Julio Llamazares que lleva por título Las lágrimas de San Lorenzo.
Si todos leyéramos versos, el mundo…
Sería muy raro, ¿no?
Tres autores para vencerlo todo.
A lo largo de mi vida me he identificado con muchos poetas de diversas nacionalidades, al igual que con otros que no son poetas, pero que de alguna manera me han hecho sentirme cómplice de sus actos. No sería justo que nombrase tan solo a tres.
¿Papel y lápiz, teclado o smartphone?
Papel y boli. Me da igual de qué tipo de papel se trate y el color de la tinta del bolígrafo. Cuando sucede lo inevitable, escribo donde pillo. Me da igual que sea en la nota de la lista de la compra, en el reverso de un recibo del banco o en los bordes del sobre de Iberdrola. Después llega el teclado. Es un proceso lento. El caos antecede al orden y a la pulcritud. No obstante, cada poema guarda en sus entrañas su naturaleza anárquica.

lunes, 9 de mayo de 2016

Acto de presentación de Las voces que me dicen

Rafael González y Paco Moral

"Todo arte es creación, y se halla por tanto subordinado al principio fundamental de toda creación: crear un todo objetivo, para lo cual es preciso crear un todo parecido a los todos que hay en la Naturaleza; esto es, un todo en el que se dé la precisa armonía entre el todo y las componentes no elaborada y exterior, sino interna y orgánica."
"Obra heterónima es la del autor fuera de su persona; la de una personalidad completa fabricada por él, como podría serlo la de cualquier de los personajes de cualquiera de sus dramas. Han hecho las obras heterónimas de Fernando Pessoa, hasta ahora, tres nombres de persona: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Su personalidad debe ser considerada como diferente de la del autor. Cada una de ellas forma una especie de drama, y todas juntas forman otro drama."

Nada queda

Nada queda de nada. Nada somos.
Un poco al aire, al sol, nos atrasamos
de la viciada sombra que nos pesa,
de la humilde tierra impuesta,
postergados cadáveres que engendran.

Leyes hechas, estatuas vistas, odas acabadas:
todo tiene su tumba. Si nosotros, carnes
a las que un íntimo sol da sangre, hemos
poniente, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.
Fernando Pessoa


Paco Moral recitando a Pessoa

viernes, 6 de mayo de 2016

Reseña de Cruzar el cielo

Reseña en Mundiario

Un poemario sobre el dolor de la belleza: Cruzar el cielo, de Ada Soriano


La exclusividad de esta poetisa radica en esa continua tentativa de recuperar en el dolor, en el vértigo, en los riesgos, una clase de belleza inédita. 


"Sin perder un ápice de sus antiguas cualidades, ha sido capaz de construir unos poemas de mayor envergadura creativa, con una alta complejidad estructural, con más inflexiones, con más ritmos; en definitiva, dotados de una mayor variedad en las técnicas y en los enfoques, que van de lo introspectivo a lo contemplativo, pasando por lo narrativo y lo biográfico.", comentaba Javier Puig en Mundiario sobre la poesía de Ada Soriano hace unas semanas.
  No puedo estar más de acuerdo con estas palabras, pues este nuevo libro de la poetisa de Orihuela, publicado en Celesta, confirma una evolución personal que tiende cada vez más a identificar un estilo propio, inherente a una forma de ver el mundo que busca en la sutilidad una visión destructiva a la vez que reveladora de la belleza efímera de nuestro entorno.
  No hay un tono apocalíptico en la poesía de Ada Soriano, pero si una tentación, en Cruzar el cielo, de contemplar, bajo una fragilidad inquietante, todo aquello que a ella le obliga a reflexionar (la enfermedad, un recuerdo de la infancia o un viaje con su hijo): “Cuando el viento arrecia con aullidos de lobo,/ el cielo se apelmaza./ Una manta de ceniza, una tapadera que pesa como el plomo./ Yo quedo aislada, agazapada en el lento transcurrir/ de un tiempo lineal.” (pág. 28).
  En esa elemental inconsistencia se construye su particular mundo, redefinido una y otra vez por esa búsqueda de la nostalgia como una hermosa manera de persistir en la soledad, como si la soledad fuese un preciado bien, un insondable otro que procura siempre la serenidad diletante del que no desea saber más. Su particular distancia del presente, ese desamparo intencionado, convierte esa fragilidad del cuerpo, de su cuerpo, de la vida que vive ella, en un motivo literario que la acerca tantísimo a Sylvia Plath o a Concha García: “La crisálida queda sola, en la esquina de una caja perforada/ o colgando de una rama./ Una espléndida mariposa exhibe su delicada feminidad/ agitando sin temor sus bellas alas./ Rozar el cielo es su ambición” (pág. 19).
  Ada Soriano no se aleja de temas clásicos como son la caducidad de la vida, el sinsentido de la muerte o la enfermedad, pero la exclusividad de esta poetisa radica en esa continua tentativa de recuperar en el dolor, en el vértigo, en los riesgos, una clase de belleza inédita, perturbadora, sin dejar de ser apolínea, con el fin de  introducirnos en esa paradoja de admirar que, hasta en lo más terrible, hay un hálito de vida, una sincera reconciliación con un ideal de felicidad, esa que nos permite seguir fingiendo en este mundo, en cada una de nuestras existencias. Algunos de los poemas de amor de este libro se escriben desde una nostalgia que me atrevería a llamar "nostalgia futura", pues los encuentros están condenados a este tierno desamparo en el presente y después de los años: "Tus labios y mis labios, inmersos en su creación, se alejan del mundo" (pág. 13).
  En una entrevista a la revista literaria La Galla Ciencia, Ada Soriano confesaba lo siguiente al escritor José Luis Zerón: "La lectura ha significado mucho en mi vida, desde los clásicos hasta los actuales. Y cuando digo actuales, incluyo a mis amigos poetas, a los de Orihuela y a los que son de otras ciudades; a los que he tenido el placer de conocer personalmente. He aprendido mucho de mis conversaciones con ellos y, doy por hecho, que esto es recíproco. Yo lo defino como una dosis de afecto que lleva inscrita la palabra complicidad."
   Quizá esa complicidad y esa necesidad de la lectura como constante forma de regeneración en la vida y en la palabra ubican a este poemario en un punto de inflexión importante en la evolución de Ada Soriano, porque su escritura profundiza sin lugar a dudas en un espacio imaginario afín a esos textos trascendentales de Plath o de Maillard.

Manuel García Pérez

lunes, 25 de abril de 2016

Publicación de Las voces que me dicen de Fernando Pessoa


Fernando Pessoa nació en Lisboa en 1888. Estudió en Durban (Sudáfrica), y se presenta a las pruebas de acceso a la Universidad de El Cabo, sin conseguirlo. De vuelta en Portugal en 1905 se dedicó profesionalmente a la traducción y a la redacción de correspondencia comercial para empresas. Simultáneamente realiza una intensa actividad literaria (mayoritariamente inédita a su muerte), y bajo el nombre de diversos heterónimos. Muere también en Lisboa en 1935 a causa de la cirrosis.
Él mismo reconoce que buena parte de su producción se encuentra disperso en diversas revistas y otras publicaciones: artículos, poemas, ensayos irán apareciendo en Orpheu, Atena, Presença. Su primer poemario fue Antinous (1918), escrito en inglés. También en ese idioma le seguirán 35 Sonnets, e English Poems I-II, y un tercer volumen. La única publicación en vida en portugués fue Mensagem. 

lunes, 18 de abril de 2016

Reseña de Leves alas al vuelo de Rafael González Serrano

A veces lo novedoso llega callado, sin roce ni palmada.
A veces los cambios se muestran en la trayectoria de lo que pudo ser habitual y giró para evolucionar.
Así ha ocurrido con el último libro de mi querido Rafael González Serrano: Leves alas al vuelo (Editorial Celesta).
Ha aparecido en silencio, como la novedad que impone pero no avasalla, con la humildad de lo exquisito que no escandaliza, en la certeza de la conciencia que sugiere.
Leves alas al vuelo es un combinado servido por un barman en el refugio clandestino de la ciudad donde impera la Ley seca. Sus versos son tragos saboreados al compás de un piano con doble fondo, en el cual se guardan los licores esenciales del pecado y los sentimientos. Su forma es la forma personal de un inventor de chasquidos y recursos, de un profeta de la realidad, de un silente enamorado, de un espectador de la vida y de la muerte.
Atrás ha quedado el poeta metafísico y oscuro, el críptico creador que nos hacía bucear en construcciones profundas llenas de sentido.
Ahora, en este libro, transcurre nuestro camino de lectura en bocanadas sencillas, en conceptos minimalistas, en iluminaciones descubiertas al trasluz de nuevas formas (duinos, aporismos o aladas)
Poco más.
Sólo la recomendación de leerlo y comprobarlo.
Y disfrutar. Mucho.


CXIII

En la derrota
se fragua el destino
alimentado.


CXXI

En la tormenta
se funda la fuerza que
trae la calma.


La muerte nos censura en su cita
los años que no supimos vivir.


Desnuda,
               sin adjetivos,
la palabra tiembla
de carencias,
               se sumerge
en las tinieblas, entre
los umbrales
        del silencio, cuando
el exilio es
                una apuesta
y el único ropaje
con que envolver
                la soledad.

Enlace a página original: http://diariodeimprovisaciones.blogspot.com.es/2016/03/letras-ajenas-rafael-gonzalez-serrano.html                                       

lunes, 11 de abril de 2016

Lectura de Paseantes hoy en Barcelona

Pepe Jesús Sánchez en el Cercle Artistic San Lluc

El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge escribió:”Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano…¿entonces qué?”  dando origen así a  la idea de que una gran parte  de la creación literaria es obra no de lo que llamamos autor (el autor Tal en minúscula) sino del Espíritu Dios, la Computadora Universal o como quieran Uds. llamarle. Posteriormente, muchos grandes poetas, han sostenido también   la idea del único Autor (con mayúscula). Si bien no es  un hecho que se produzca con asiduidad en la práctica, ese sentimiento  de que alguien nos dicta, como en trance, un  texto, no es extraño a quien  frecuenta o haya frecuentado la escritura.  
Pepe Jesús Sánchez Marín en Paseantes hoy pareciera haber atravesado la floresta del sueño trayendo como prueba este poemario en el que la extrañeza de la poesía se ha consumado en la plenitud  de la parca a la vez que elocuente sencillez de la naturaleza. Él no pertenece a ninguna  generación, ni tampoco  a una  determinada escuela ni a tradición alguna. Es, como la gran mayoría de los escritores  de verdad, de sí mismo.
Que luego de haber visitado de la mano del poeta estos paisajes, estas  atmósferas diáfanas o sombrías, estos inventarios arrobados, algún lector especializado haya  querido entrever supuesta relación con las Baladas Líricas de Worsdworth podría  tal vez calificarse como acertado como podría serlo, también, el evocar a  Francis Ponge  en su  toma de partido por los objetos cotidianos, por las cosas en su rara exactitud de cosas o por los simplísimos componentes del paisaje de su singular itinerario poético. Pero tales alusiones y evocaciones supuestas tan son tan sólo palabras.
Creo, con Borges, que la materia con que se hace la poesía,  el lenguaje mismo,  es una creación estética. Creo también, con este nuevo  poeta, en que la belleza está acechándonos por todas partes, tanto en lo creado como naturaleza como en las efusiones del espíritu que las contempla.
Pero tal vez,  las distintas interpretaciones que ha suscitado la lectura de Paseantes hoy no sean más que palabras sobre palabras, creaciones sobre una creación. Una incitación, en fin, a la lectura de primera mano. Puesto que, como dijera el poeta Angelus Silesius allá por el siglo XVII:”La rosa sin porqué, florece porque florece”.
                     
Edgardo Oviedo Licardi 

martes, 29 de marzo de 2016

Reseña de Cruzar el cielo de Ada Soriano

Reseña en Diario de la Vega

Uno de aquellos...XII

Cruzar el cielo


Entre las corrientes geográficas que nos interesan está la de la geografía de la percepción. En 1960 el urbanista y escritor estadounidense Kevin Lynch, en su obra "La imagen de la ciudad", se interesó por la percepción subjetiva de la realidad urbana demostrando que la imagen de la ciudad varía dependiendo de quien la observe. Así, una misma realidad se aprecia de diferentes maneras. Quien dice la ciudad en particular, dice el medio natural en general.
Ada Soriano ha presentado un nuevo poemario: "Cruzar el cielo". La presentación fue un diálogo entre la autora y el poeta José Luis Zerón. Previamente Zerón nos describió los valores del libro enumerándolos en un decálogo fundamentado. Esto con la solemnidad que en nuestra cultura posee, por el peso del decálogo mosaico, todo decálogo.
Por deformación profesional –por esto nuestra referencia a la geografía de la percepción– nos han interesado especialmente dos poemas recitados por Ada en la presentación en una grabación delicada en la que nuestro colega Jesús Zerón ha prestado sus saberes técnicos y sus sensibilidades musicales. Dos poemas que describen –sin nombrarlas– dos ciudades. Ciudades que se evidencian en los versos: Benidorm y Granada. Benidorm en "Viaje": "A los pies de sus playas, altos edificios compiten. / Gigantes, moles futuristas creadas por la mano del hombre. / La geometría de un rombo asciende lenta y saluda. / Una cúpula de cristal resplandece: / punta de estrella entre dos torres, / campana que no emite sonidos." Granada en "Una ciudad del sur": "Las calles delgadas todavía conservan / sus placas con nombres árabes. / La puerta del paraíso está abierta: / una ciudad sometida a otra ciudad.
Pero además de estos dos poemas –hasta diecinueve–, poemas en verso largo que predominan en el libro, nos emocionó "Vuelta". Quienes hemos vivido las dolencias de nuestros padres en un hospital nos podemos ver en los versos de "Vuelta", versos que emocionan –yo he llorado– y que nos traen un rasgo propio de la poesía de Ada: lo íntimo. Lo íntimo compartido, abierto en canal, negro sobre blanco en el surco de los versos. Entonces... Que nadie haga daño a los poetas.

Mateo Marco Amorós